Fracasar: 1er paso hacia el éxito


Aunque parezca mentira, las empresas más exitosas son las mayores dificultades y fracasos han tenido que afrontar. El proceso de aprendizaje empresarial es intrínseco a cualquier actividad en cualquier sector, en especial cuando los emprendedores están pasando por su primera aventura empresarial.


Para que los fallos no terminen con la empresa hay que reconocerlos, corregirlos y aprender de ellos. Tropezar y volver a levantarse es la diferencia entre un empresario que triunfa y otro que simplemente mantiene su actividad a duras penas. ¡No importa si hemos cometido un fallo! Era necesario que nos equivocáramos para poder aprender de nuestros errores.

La actividad empresarial nunca ha sido (ni será) una ciencia exacta
Aunque queramos pensar lo contrario, nosotros no podemos prever cuales van a ser los resultados de nuestras decisiones, ni siquiera cuando trabajamos con modelos matemáticos. No hay ningún proyecto empresarial que asegure el éxito, aunque en algunos casos haya más probabilidad que en otros. La incertidumbre siempre permanecerá como una variable esencial de la misma actividad empresarial.

Pero ¿por qué toda actividad empresarial lleva aparejada inevitablemente una cierta incertidumbre? Existen una serie de efectos externos a toda empresa que hacen que nuestras decisiones lleven asociadas un cierto grado de probabilidad. En todo caso, quizá la variable que influye en nuestras ventas son los propios clientes y su comportamiento que en muchos casos es totalmente impredecible.

Cuando esto ocurre es cuando nos damos cuenta de lo difícil que puede llegar a ser la gestión de una empresa, de que el mundo empresarial no es ni mucho menos una ciencia exacta, y esta es precisamente la causa de nuestros errores y fracasos. Sin embargo, lo que realmente va a desarrollar nuestras capacidades como directivos es haber incurrido en estos errores.

Solo desde la experiencia podremos solucionar con éxito los problemas que se nos vayan planteando. Por ello, al principio, es frecuente que nos equivoquemos y se producirán fracasos; pero deben ser precisamente estos fracasos los que actúen como motor de nuestro proceso de aprendizaje. Este método de aprendizaje, basado en prueba y error, refleja si somos capaces de manejar las situaciones más difíciles y sobre todo, si somos capaces de superarlas.

¿Premiar el fracaso?
Una de las razones de que en España no exista una cultura arraigada del emprendimiento es el estereotipo creado cuando un empresario fracasa. En nuestra cultura, con frecuencia se consideran que los fracasos son estigmas que marcan a las personas como “frustradas” (sinónimo de inútiles).

Precisamente, esta es una visión muy distinta a la de otras culturas y países en las que las personas que, por ejemplo, se presentan a una entrevista de trabajo con algún fracaso en su currículum se consideran candidatos muy valiosos, ya que han vivido un proceso de aprendizaje que puede ser extremadamente útil y que cuentan con capacidades que no habrían podido adquirir de otra forma.

Esto ocurre en países como Estados Unidos en los que, por ejemplo, cuando un emprendedor va a pedirle dinero a un inversor, el inversor suele preguntarle que cuántas veces ha fracasado anteriormente, y contrariamente a lo que parece lógico en nuestra cultura, confía más en un emprendedor que haya fracasado ya en varias ocasiones. Se suele percibir un empresario que ha fracasado y que mantiene su negocio como un directivo que es capaz de levantarse y aprender de sus errores.

Pero el método prueba y error es válido no solo para el aprendizaje empresarial si no en general para el aprendizaje humano. La toma de decisiones empresarial siempre va acompañada de errores, sobre todo cuando nos enfrentamos a nuestra primera aventura empresarial o somos nóveles. De lo que se trata es de minimizar ese porcentaje. Casualmente, el 80% de las personas que han tenido un fracaso empresarial y se embarcan en otra experiencia triunfan. ¿Por qué no intentarlo de nuevo?



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