Una visión positiva sobre el fracaso
¿Quién no
ha fracasado alguna vez en su vida? La vida se encuentra repleta de éxitos y de
fracasos, y son estos últimos, los que nos hacen analizar los hechos desde otra
perspectiva, permitiéndonos un mayor aprendizaje y cambio. El fracaso es una
emoción intensa e inevitable, pero que también en ocasiones, resulta ser
beneficiosa para nuestro desarrollo personal. El fracaso consiste en no lograr
una serie de objetivos, ya sean a corto o a largo plazo, acompañados de
sensaciones de malestar y frustración, que todos hemos tenido que afrontar al
menos una vez en nuestras vidas. Grandes genios de la historia fracasaron durante
sus vidas, reconociéndose su trabajo cuando murieron.
Asumir el
fracaso, puede fortalecernos.
Cuando
fracasamos, nuestra autoestima disminuye y pueden comenzar a aparecer
sentimientos de duda y desconfianza sobre nuestros proyectos. Es como si nos precipitáramos
sobre un acantilado, quedando solo un vacío, ya que nos identificábamos con ese
proyecto, y sin él, no somos nada. Por ello es importante permitirnos fracasar
en el camino y no dejarnos vencer por el desaliento, saber diferenciar lo que
somos de aquello que queremos, y conseguir superarlo.
Un dicho
popular así lo expresa “Cada fracaso le enseña al hombre algo que necesitaba
aprender” Fracasar nos lleva en muchas ocasiones a analizar los hechos desde
otra perspectiva, para saber el motivo de nuestro fracaso, el porqué de la
aparición de resultados no deseados. El hecho de fracasar no constituye el fin
del mundo, ni el final de aquello en lo que se ha fracasado, sino que podemos
considerarlo como el inicio de un proceso de superación. Fracasar sin después
intentarlo, sí constituye el auténtico fracaso. Un error o un fallo pueden ser
un contratiempo, pero siempre hay opción para una segunda o tercera oportunidad
de intento.
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